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Marián A. Alastruey
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LA DESPEDIDA DE TELÉMACO Y EUCARIS
Autor: Jacques – Louis David
Fecha: 1818
Movimiento: Neoclasicismo
Medio: óleo sobre lienzo
Ubicación: Getty Museum, Los Ángeles.
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El personaje de Telémaco es de sobra conocido por ser el hijo de Odiseo y de Penélope. Sabemos de sus andanzas gracias a la gran obra de Homero, pero el personaje de Eucaris no aparece en la Odisea en ningún momento, sino que fue una invención de la literatura francesa del siglo XVII. François Fénelon escribió en 1699 «Les Aventures de Télémaque», obra destinada a la formación del nieto de Luis XIV, en la que además criticaba las políticas de la corte. Tuvo bastante influencia en los dos siglos posteriores.
Pues bien, en la novela de Fénelon, Eucharis pertenece al séquito de ninfas que sirven a Calipso. Telémaco naufraga y llega a esa isla, en la que ya había estado su padre. Allí se enamora de Eucharis, pero termina abandonándola porque debe continuar su camino a Ítaca.
Poco después, en 1728, José Bermúdez de la Torre y Solier, en la Lima del virreinato, inspirándose en la novela francesa de Fénelon, compuso un poema titulado «Telémaco en la isla de Calipso», de clara influencia virgiliana y también al estilo de Góngora, atenuado por la influencia francesa. Se compone de 540 octavas de versos endecasílabos y probablemente sea la mejor obra de este autor.
Los protagonistas del poema son Telémaco, Eucaris y Calipso. El joven llega a la isla de Ogigia acompañado del anciano Méntor, que en realidad es Atenea disfrazada. Calipso los recibe y se enamora de Telémaco, pero él a su vez de Eucaris y además es correspondido. Presa de los celos, los echa de la isla. Méntor convence al muchacho de que debe volver a Ítaca. Eucaris lo espera durante mucho tiempo, hasta que una adivina le revela que Telémaco se ha casado con Antíope. No pudiendo soportar tanto dolor, se muere de tristeza y desesperación.
Es un poema que recuerda a la Eneida y a los poemas homéricos, que han servido de modelo a tantos poetas y pintores amantes de la Antigüedad clásica, como es el caso de Jacques – Louis David.
Texto: Marián A. Alastruey
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