Recuerdos de mi niñez con María Núñez
Aún no había llegado las navidades, sabía que tener cuidado con el verdín de los suelos, veía con grato placer el lentisco que serían podados por manos ajenas para los nacimientos quer montaban en las casas. Aquel olor del lentisco era puro deleite y me llevaba con su olor a otros tiempos donde mi niñez reía feliz ante los reyes magos de oriente ¡! Todos los días tenía que ir en brazos de mi tata María Núñez para ver si les quedaba mucho por llegar al pesebre de aquella cueva donde el niño Jesús estaba acompañado de sus padres y también del asno y del buey que calentaban la cueva, podía ver en mi imaginación como María abrazaba a su hijo y lo protegía del frío con su manto a la vez que lo abrasaba y besaba, José reía satisfecho y ponía su manto en el pesebre haciendo un pequeño colchón para que Jesús estuviese cómodo.
Sonreía al ver la escena en mi mente y luego le decía a los camellos…! Que vais pisando huevos..! ¡— ! Corred, ojú , vaya tela con los camellos…! María Núñez, llévame hacía ellos que estos van a correr…! —
¡ Chiquilla,¿ qué vas a hacer? —
Que si no fueran de barro le iba a meter la vara por el culo, verías tú si iban a correr…!—
Jesús, Jesús que niña…! —
Tú sostenme para que no me caiga…! — María Núñez aceptaba a regañadientes, pero ella me quería mucho y aceptaba mi petición, estaba en sus brazos y me tenía controlada, con mi cuerpo echado sobre aquel magnifico nacimiento, tomaba a Melchor, Gaspar y Baltasar con sus camellos y corte incluida y los adelantaba hacía la estrella de Belén…
María Núñez se reía mucho y me decía, por más que le des por la baticola y por mucho que corran, no será el día de ellos hasta que no lleguen tus regalos…! ¡No vendrán antes Charinita…! —
Casi todas las tardes la misma faena…! María Núñez me tomaba entre sus brazos y yo le “metía” correa a los reyes Magos…!
Me enfadaba mucho porque nunca los podía ver y abrazarlos, los juguetes no me importaban, me importaba sentirlos a ellos y a su magia, preguntarle por un montón de cosas y darle algún que otro recado para Dios y la Virgen María..! ¡ Pero jamás los veía y me enfadaba mucho…!
Aquel tiempo de mi niñez fue bien hermoso aunque duró bien poco…! A los diez años me internaron en un colegio , aquello fue la segunda puñalada de mi vida, porque la primera fue la muerte de mi Tata Dolores, la cordobesa que cuidaba a abuela Rosario y la casa…
Donde más feliz me sentía era en el campo de olivares de mis padres, era entonces la niña más feliz del mundo yendo a por espárragos con mis amigos “Los Pellizcos” a los que jamás olvidaré
En aquel campo también hacían un nacimiento cuando mis padres decidían pasar casi todo el año en aquel hermoso cortijo y dejaba la casa de abuela atrás y me instalaba allí de vacaciones
Sentía la lluvia en mi cuerpo, la sensaciones que otros nunca han vivido como sentirte viento y correr a la vez que él, ser fuego en las noches estrelladas y confundirme con el bailando al compás de las palmas, los olores del heno, los del humo, los de la arena mojada y las hierbas frescas y el olor a tostada con aceite recién hecho , sin olvidar aquel olor en tu cuerpo de jabón oloroso del reciente baño cuando quedaba dormida mirando el fuego de la chimenea en las habitaciones de aquel cortijo blanco de olor a olivos y aceitunas y dentro del hogar a alhucema…
Lo terrible era volver a casa de abuela, que aunque me querían mucho y me mimaban más, yo prefería el campo y sus grandes espacios…!
Cada vez que llegaba papá a verme , cuando se iba me dejaba llorando ¡ Como sufría ! Yo quería montarme en burro y en las jacas más nobles, me gustaba ir a ver a las “pelucas” a su casita de la dehesa, ellas trabajaban por temporadas en casa y eran una señoras muy graciosas
Luego nunca más fui feliz porque ya se encargaban otros de que no lo fuera…
Que poca maldad tenía, que inocencia tan noble y que estrella de Dios tan querida por Él, aunque los demás, jamás me quisieran…!
Escrito por Charin Ruiz Ortiz
